trabajan en bares
y muestran
sus pieles en verano
sin pudores sombríos
ni quejas imbéciles.
Las chicas del conurbano
tienen la mirada dura:
pueden derribar
todos los adoquines del
barrio
con esa mirada de muro
y su boca exquisita...
Se deshacen del pucho
como se deshacen de su
último hombre,
se levantan el modal de
las calzas
acariciándose las
caderas,
y vuelven al yugo
donde todos las miran
atónitos,
pero nadie se anima a
hablarles...
Las chicas del Conurbano
no se andan con chiquitas,
y no dudan en ponerte
entre la espada y la pared:
si sos cheto,
-o medio nabo
tenés todas las de
perder.
Amo
y envidio un poco
a las chicas del
Conurbano,
por su condición
emblemática, distante,
hermosas, inalcanzables,
guerreras
chicas del Conurbano.
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